¿Obra maestra o un culebrón con ínfulas? ¿Un preciso mecanismo de relojería o un monstruo sin pies ni cabeza con demasiado humo dentro?
Te decantes por una u otra opción, es indudable que «Perdidos» supone un antes y un después para la ficción televisiva. O primero fue el después y luego llegó el antes; puede que éste incluso se solapara con el durante y el mientras tanto. El reloj hecho astillas. Atrapado por el pasado, el mañana nunca muere.
El astuto J.J. Abrams ha dinamitado el concepto mismo de narración. Y aunque lo que cuente no acabe teniendo ningún sentido, la onda expansiva anuncia que ya nada volverá a ser lo que era. Puede que «Lost» no sea la mejor serie de la historia, pero sí la más influyente, para bien o para mal, de la última década. También a la hora de aprovechar el efecto viral de la red, sin el que el fenómeno no hubiera pasado de jugosa anécdota a pie de página. ¿Alguien se acuerda de «Carnivale», por ejemplo? Pues eso. Desde que el vuelo 815 se estrellara en la isla, las series se ven por televisión, pero se viven por internet. Con pasión compartida y genuino e ingenuo frikismo.
Las desventuras en el infierno electromagnético de los viajeros del Oceanic, los Otros, estos del Dharma y los de más allá que pasaban por ahí también han servido para plantear otra revolución, menor, pero significativa, en la utilización de la música en las series contemporáneas.
Lejos del imperativo comercial que, para rentabilizar el posterior álbum recopilatorio, obliga a cascar dos o tres saldillos indies por capítulo sobre una voz en off que reparte certezas como tortas de maíz (los seguidores de «Anatomía de Grey» me entenderán), «Perdidos» apostó desde un principio por apartarse de lo obvio y utilizar las canciones, seleccionadas por lo demás con un buen gusto encomiable, como otra pieza del rompecabezas, un elemento adicional para alimentar elucubraciones, apuntalar teorías o desechar posibilidades más o menos remotas.
Cada nota que suena en «Lost» es un presunto guiño, una invitación personalizada a foreros, adictos y recalcitrantes descifradores de enigmas a no cejar en su empeño de encontrar nuevas pistas en el camino, aunque finalmente no lleven a ninguna parte.
La música es cualquier cosa menos incidental en el accidentado universo de Perdidos. Y no se utiliza en vano. De hecho, hasta el tercer capítulo no sonó la primera canción. Era «Leavin' on your mind», alegórico (o no) título de un clásico de Patsy Cline. La cantante country, por cierto, falleció a los 30 años cuando el avión en el que volaba desde Kansas City se estrelló en la localidad de Camden. Tampoco abundan las composiciones ajenas al score en esta última temporada.
Creo que Sawyer abrió fuego en el capítulo cuatro, cociéndose a whisky al apropiado ritmo del "Search & destroy" de los Stooges. En el siguente capítulo, el hijo de Jack Sheppard interpreta al piano (en realidad es una grabación del chileno Claudio Arrau) la Impromptu Fantasía, el Opus póstumo 66 de Chopin. La misma pieza que un Daniel Faraday niño toca en el comienzo del capítulo 14 de la quinta temporada.
Y es que esa es otra de las constantes de los sonidos de Perdidos. Se manifiestan con obstinada insistencia a lo largo del elástico tiempo, persiguen a los personajes y subrayan su identidad.
Antológico juego de contrastes con el que arranca la segunda entrega de la serie
Por ejemplo, Desmond vuelve a escuhar el It's Getting Better de Mama Casht Elliot, con el que desayunaba en la Estación Cisne en el agitado comienzo de la segunda temporada, curso y medio después, en la jukebox de un bar, pero puede que no lo recuerde, todavía estuviera en el pasado, transitara por un espacio paralelo o vaya usted a saber el macguffin.
En todo caso, no se puede quejar. La discoteca de vinilos setenteros que los chicos de Dharma le dejaron en El Cisne para matar el tiempo durante los 108 minutos de asueto entre combinación ganadora y combinación ganadora es irreprochable: Otis Redding, Perry Como, Slim Smith, Pousette-Dart Band... y esa leyenda urbana conocida como Geronimo Jackson, un presunto, ignoto y oscuro grupo de psico-country al que se hacen múltiples referencias en la serie y que forma parte ya de lo más selecto de la inabarcable mitología «lostie».
Las versiones, contradictorias y a veces descacharrantes, sobre la existencia o no de la banda han circulado libremente estos años por la red, alimentadas por la ambigüedad de los guionistas. Al igual que todos estuvimos en el concierto de los Beatles en Las Ventas, incluso los que no habíamos nacido, hubo quien aseguró que a Geronimo Jackson los conocía él de toda la vida.
Finalmente, en un capítulo de la quinta temporada, mientras Jim conducía una de las carpetovetónicas furgonetas de Dharma, sonó durante unos segundos una canción de estos misteriosos émulos de The Flying Burrito Brothers. El tema, «Dharma Lady», resultó ser una versión del «Excelsior Lady», de The Donkeys, un grupo californiano de revisionistas artesanos que no se ha visto en otra. De todas maneras, no se extrañen si cualquier día de estos los Geronimo anuncian en rueda de prensa que se reúnen y vienen a tocar al Rock in Rio. O mejor al Festimad, que es un festival definitivamente desubicado.
No es el único grupo ficticio que pulula por «Lost». La isla tiene su propio músico drogadicto de usar y tirar, Charlie Pace, inspirado de manera nada indirecta en Noel Gallagher. Compositor de un grupo llamado Drive Shaft, Charlie tiene un carismático hermano cantante multiadicto y macarra que se llama Liam y se lleva todos los focos. ¿Te suena la canción? Además, «You All everybody», el «one hit wonder» de los hermanos Pace que suena varias veces en la serie, tiene un parecido más que razonable con el «Rock'N Roll Star» de Oasis.
Para afianzar los paralelismos, Charlie canta en plena calle, en un capítulo de la tercera temporada, una versión acústica de «Wonderwall». Más triste es tener que robar. Como justo castigo, muere al final de esa entrega, después de haber descubierto que el código mcguffin que protege la Estación El Espejo era el «Good Vibrations» de los Beach Boys. Esto si es pura ficción. Hay estudios de varias organizaciones sin ánimo aparente de lucro que confirman que escuchar la canciones de Brian Wilson alargan la vida, en mayor o menor medida según el soporte utilizado para su reproducción.
Los personajes de «Perdidos» no sólo escuchan canciones. También las cantan. Shannon se atreve con «La Mer» de Charles Trenet, ante un arrobado Sayid, al que siempre se le dio bien hacer que la gente cante.
La pirada de Russeau escribe la letra de esa misma canción en uno de sus mapas. A Charlie le gusta tararear a los Kinks. Hurley destroza a Harry Nilsson. Y Sawyer se atreve a cantarle a Kate en plena deriva el clásico del folk británico «Show me the way to go home». Y lo hace mal, fatal, aunque lo peor es que le regalara a Pecas una cinta con los grandes éxitos de Phill Collins, imperdonable error que no tiene remedio ni en esta ni en cualquier otra dimensión temporal o espacio físico o mental.
Por cierto, no se puede cerrar este calamariano ejercicio de falta de contención (para más información, tire de la lostpedia, es inabarcable, alucinante y epatante) sin olvidar el inquietante, alarmante, intrigante, chirriante (y otras muchas cosas que acaban en ante) score de Michael Giacchino, al que tampoco paran de salirle imitadores.
Definitivamente, «Perdidos» ha dictado la letra y la música de un nuevo lenguaje narrativo que ha engrandecido la pantalla pequeña hasta adelantar por la derecha al idiotizado cine medio de Hollywood. Aunque a veces no acabemos de entender muy bien lo que dice el estribillo, la canción ha sonado muy bien estos seis años. Es un hit, en toda regla. Veremos qué sabor deja la última nota. Y cómo aguanta el paso del tiempo, que todo lo pierde.
23/5/10
Los sonidos perdidos
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6 comentarios:
Me encanta tu blog, y me encanta Lost. Sólo una correción. La canción con la que Desmond abre el primer capitulo de la 2da temporada no es It's Getting Better,sino MAKE YOUR OWN OF MUSIC de Mama Cass Elliot
http://www.youtube.com/watch?v=DgsNjTyGsRk
Gracias por todos tus posts!!!
Me refería a Make your own KIND of music, que me he comido una palabra.
Saludos!!!!
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